- En este momento
- en que mis impedimentos físicos son cada vez mayores,
- mi mundo interno se expande
- y toma forma en mis pinturas.
- Reformulo las reglas a partir de mi interior,
- invitando a descubrir y a ver más allá de lo que pinto.
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- Mi nombre es Gabriel Laufer.
- Tengo 32 años, un título universitario en Diseño Gráfico y una pasión:
- la pintura, gracias a la cual puedo expresar emociones, sentimientos y
- compartir mi sentir.
- Tengo una enfermedad: Esclerosis Múltiple (EM) que me dificulta en
- muchas cosas y me ha dado la gran oportunidad de cambiar y de aprender...
- Tengo un cuerpo que no responde como quisiera, pero tengo también
- la certeza de que no soy sólo ese cuerpo.
- Durante mucho tiempo estuve condicionado a “estoy bien o mal”
- dependiendo de cuán bien o mal
- estuviera mi cuerpo. Hoy me despego de él. Sé y siento profundamente
- que soy mucho más que lo que me pasa.
- La enfermedad ha sido, es una gran maestra. Estoy lejos de pensar:
- “Uy, tengo EM, pobre de mí!” Creo que todos atravesamos por
- circunstancias que nos ponen a prueba en la vida. No hay pruebas más
- grandes o más chiquitas, no es más importante o más dramático lo que
- me pasa a mí que lo que le sucede a cualquier otra persona.
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- Cómo podría haber imaginado a los 21 años, cuando recibí el diagnóstico de mi enfermedad, que la vida iba a depararme tantas sorpresas? Recuerdo el momento en que me impusieron usar un bastón. Lloraba sin parar, no quería aceptarlo. De repente, entre lágrimas, me di cuenta de que gracias a ese bastón que tanto rechazaba, podía mirar el cielo. Y seguí llorando, ya no de pena, sino de agradecimiento. Porque cuando tenés dificultades de equilibrio, sólo mirás el suelo, y darme cuenta del cielo fue alucinante. La gran mayoría de la gente cree que la vida termina en la planta baja y se priva de ver la belleza que hay más arriba.
- Hoy no festejo mis limitaciones, tampoco las condeno. Llegamos hasta acá juntos y es uno el que tiene que seguir.
- A partir de la enfermedad inicié un camino de búsqueda, de interioridad guiado por Stella Maris, una gran maestra de la Fundación Salud. Con su ayuda aprendí que se puede ser feliz a pesar de la adversidad. Aprendí a aceptar y a regirme por dos leyes esenciales: la ley de impermanencia y la de incertidumbre. Vivimos tratando de aferrarnos a la ilusión de lo “seguro”: una relación, un trabajo, la salud, una posición económica... Nos angustia, nos desespera la posibilidad de perder el control sin darnos cuenta de que lo único que tenemos es el presente, el aquí y el ahora, pues todo lo demás es incierto, pues todo pasa. Quién sabe qué nos depara el futuro? Quién sabe si voy a estar siempre en esta silla de ruedas? No pienso preguntárselo al médico. El tendrá su opinión “segura”.
- Yo sé que la vida es mucho más grande de lo que te puedan venir a explicar.
- Por eso, con consciencia, elijo estar abierto al misterio y a la sorpresa de cada día. Elijo, a cada instante, elijo pintar el paraíso, entrar en él y compartirlo.