jueves, 3 de septiembre de 2020

Pintores con la boca y con el pie llevan su mensaje de superación

 




Cuando la fe permite superar las duras pruebas de la vida. Sergio Hernández y Rosa Paz son artistas internacionales que recorren el país brindando talleres. En Posadas realizaron una serie de actividades motivacionales

Integran la Asociación Mundial de Pintores con la Boca y con el Pie, son Rosa Mirta Paz (59 años) y Sergio Adrián Hernández (37), dos artistas reconocidos no solamente por sus obras sino por su permanente contacto con niños y adultos, a quienes a través de talleres cuentan su experiencia de superación a pesar de las dificultades. Ambos estuvieron en Posadas donde interactuaron con alumnos de distintas escuelas.

El padre Andrés Zylak, de la parroquia Espíritu Santo, fue quien propició la llegada de los pintores.

“La gente me dice Mirta y mis colegas de la Argentina me llaman Rosa. Somos más de 800 personas la que conformamos la Asociación Mundial de Pintores con la Boca y con el Pie y en la Argentina 16 de distintas provincias y yo represento al Chaco. A partir de pasar a ser parte del grupo de pintores, la editorial nos envía a distintas provincias y ciudades a brindar charlas en escuelas, y a veces coincidimos con Sergio (Hernández)”, explicó la artista nacida en Charata (Chaco).

Mirta contó que “nos invitan desde diferentes instituciones para demostrar que uno puede pintar a pesar de tener una discapacidad y así dar testimonio de que no todo está perdido. Allí los niños, por ejemplo, se ponen un ratito en nuestra piel, en nuestro lugar y en mi caso los hago pintar con la boca y Sergio con los pies”, apuntó Mirta quien sigue residiendo en su Charata natal.

Sergio Hernández es de Luján y vive en Mercedes, provincia de Buenos Aires. Nació con una discapacidad en sus brazos y explicó que “Dios me sacó una cosa pero me dio otra virtud, poder mostrarle a la gente que todo se puede. A los chicos les explico que yo no elegí sentarme en la puerta de una iglesia a pedir monedas sino decidí pintar y demostrar que todo se puede”.




Luego relató que “a los trece años empecé a perfeccionarme en el mundo de la pintura y en el año 1998 entré al torneo Juvenil Bonaerense donde había competencia de pintura. No me presenté como una persona discapacitada. Gané la instancia local en Luján, luego la regional y la final en Mar del Plata donde me llamaron al escenario para recibir la medalla. Ahí los jurados me preguntaron cómo pintaba y les expliqué que lo hacía con los pies, fue una sorpresa para todos”.

Al año siguiente Sergio volvió a ganar la medalla de oro y el premio fue un viaje a Italia para 700 chicos. En ese viaje conoció al Papa Juan Pablo II, a quien tuvo el honor de entregarle una placa, “fue un momento muy intenso”, recordó.

Mirta, en tanto, tuvo una niñez simple hasta los doce años “allí tuve un accidente rural donde perdí un brazo en el acto y el otro después me lo tuvieron que amputar por mala praxis. Ahí empecé toda una etapa de rehabilitación donde tuve que aprender a manejarme con los pies. Hasta ese momento nunca tuve una inclinación por el arte”.

La vinculación de Mirta con la pintura empezó cuando hacía su primera etapa de rehabilitación, “allí me enseñaron a escribir, al principio las letras todas deformes, grandotas y ahora escribo como cualquier otra persona. Así empecé a hacer cosas con los pies y a pintar tomando los pinceles con la boca”.

Para pintar Mirta prefiere el óleo porque le resulta más práctico – tarda horas en secarse y eso le facilita su tarea- y remarcó que “estoy acá, plantada, gracias a mis padres porque dentro de toda su ignorancia me acompañaron y apoyaron, nunca me escondieron porque lamentablemente a la persona con alguna discapacidad, la familia antes tendía a esconderla. No fue mi caso porque hice una vida absolutamente normal”.



Ponerse en su lugar


“Estamos en contacto con chicos desde el Nivel Inicial hasta con personas adultas, les comentamos nuestras vivencias y les hacemos que ellos mismos pinten con la boca o con el pie”.